La historia de Wiah
«Gracias a los préstamos he podido aumentar la producción de mi negocio»

La lucha de Wiah por una vida mejor
Wiah, de Indonesia, tiene un pequeño negocio en el que vende crujientes de plátano frito elaborados por ella misma y lantak, una especie de galleta crujiente hecha con ketan (un tipo de arroz glutinoso), jengibre y mantequilla. Comenzó su empresa hace doce años gracias a un préstamo de Komida, una organización socia de Oikocredit. Está casada y tiene cinco hijos. Dos de ellos ya se han casado, dos están en el instituto y el más pequeño va aún al colegio.
Con los préstamos pudo comprar ingredientes y pagar el alquiler de un campo de arroz. Para elaborar sus crujientes utiliza plátanos locales de la variedad Kapok. Algunos los cultiva ella misma, otros los compra a agricultores de la zona. Wiah no tiene teléfono móvil, así que vende sus productos gracias al boca a boca. Durante el Ramadán, llega a vender las chips por un precio seis veces superior al de los ingredientes. Sus lantak los distribuye a pequeños cafés familiares (warungs), y un motorista se encarga de repartirlos.
Además del campo de arroz que tienen alquilado, Wiah y su marido también poseen un terreno propio y una garu, una máquina que sirve para arar el campo. Su marido también gana algo de dinero arando los campos de otros agricultores.
Los préstamos de Komida han transformado la vida de la familia. “Gracias a los préstamos he podido aumentar la producción y mejorar los ingresos de mi familia. Incluso hemos podido empezar a ahorrar”, cuenta Wiah. Su sueño es poder hacer algún día la hajj, la peregrinación anual a La Meca, en Arabia Saudí. Mientras tanto, Wiah sigue trabajando para ayudar a su comunidad y conectar a más personas con Komida.